Lecciones de epistemología (1).
El problema del criterio.
- Notas del libro What is This Thing Called Knowledge? de Duncan Pritchard
Cualquiera que desee ofrecer una definición sobre lo que es el conocimiento se enfrentará a un problema inmediato, cómo comenzar a definirlo. Puede parecer obvia la respuesta, parece que deberíamos comenzar simplemente observando las cosas de las cuáles tengamos conocimiento y considerar todo aquello que es común para cada caso. Por ejemplo, podemos pensar que éstos casos son como cuando en la ciencia alguien determina correctamente la estructura química de una sustancia; o cuando un testigo, en un juicio por asesinato, sabe que el acusado es el culpable porque él mismo lo vio hacerlo a plena luz del día. La idea detrás de estos ejemplos es que todo lo que necesitamos es determinar lo que es común para cada uno de los casos y con eso discernir en cuanto a lo que es el conocimiento.
Sin embargo, el problema con esta sugerencia es que, si ya se sabe lo que es el conocimiento, ¿cómo pueden identificarse correctamente casos del conocimiento en primer lugar? Después de todo, no podemos simplemente asumir que sabemos cuáles son los criterios del conocimiento sin tener que tomar por sentado una definición del conocimiento a partir del resultado. Pero, igualmente, no podemos suponer que podemos identificar correctamente instancias del conocimiento, puesto que sin un conocimiento previo de lo que es conocimiento no podemos evaluar las instancias del conocimiento ¿entonces cómo se supone que debemos decir cuál es un caso genuino y cuál no lo es?
La dificultad con respecto a la definición del conocimiento es conocida como el problema del criterio, y se remonta a la antigüedad. Podemos resumir aproximadamente el problema en términos de las dos afirmaciones siguientes:
- Solo puedo identificar instancias de conocimiento siempre que ya sepa cuáles son los criterios para el conocimiento.
- Solo puedo identificar instancias de conocimiento siempre que ya sepa cuáles son los criterios para el conocimiento.
De esta manera parece que estamos atrapados dentro de un círculo muy pequeño de opiniones incómodas. Debo, ya sea que asuma que puedo saber de manera independiente cuáles son los criterios para el conocimiento para así identificar las instancias del conocimiento, o bien, debo asumir que puedo identificar instancias del conocimiento para determinar cuáles son los criterios del conocimiento. De cualquier forma, la naturaleza dudosa sobre la suposición en cuestión parece llamar a la legitimidad del proyecto epistemológico de la definición del conocimiento, a una disputa.
Metodismo y Particularismo
Aunque el problema del criterio se remonta a la antigüedad, la discusión contemporánea se debe a Roderick Chisholm (1916–99). Como lo señaló, históricamente los filósofos han tenido la tendencia de comenzar asumiendo que ya saben –o al menos que son capaces de identificar, mediante la reflexión por sí misma– cuáles son los criterios del conocimiento, y han procedido sobre esta base de examinar el tema de si tenemos o no algún conocimiento. Chisholm llama a esta instancia metodismo.
En contraste con el metodismo, Chisholm dice que deberíamos tomar el otro cuerno sobre el dilema y adoptar una posición que él llama particularismo. De acuerdo con el particularismo, más que asumir que pueden identificarse los criterios del conocimiento de manera independiente de cualquiera de las instancias particulares del conocimiento, en su lugar debería asumirse que podemos identificar correctamente instancias particulares del conocimiento y proceder sobre esta base para determinar cuáles son los criterios del conocimiento.
Hay mucho que decir a favor y en contra de estas dos posiciones. Una de las ventajas principales del metodismo es que no comienza asumiendo la falsedad del escepticismo (i.e., la preocupación de que podemos no saber en lo absoluto), puesto que deja una pregunta abierta sobre si hay algo que se enfrente con los criterios del conocimiento. Sin embargo, el problema que enfrenta esta postura, es que parece plenamente misterioso cómo es que vamos a obtener un sustento adecuado en cuanto a los criterios del conocimiento sin tener que apelar a instancias particulares del conocimiento.
Persuadido por este tipo de objeción para el metodismo, la mayoría de los epistemólogos han seguido a Chisholm al optar por el particularismo. A favor del particularismo, se piensa que si uno tiene que asumir algo a este respecto (como aparentemente debemos, dado el problema del criterio), es mucho menos extravagante suponer que podemos identificar correctamente casos particulares de conocimiento independientemente de cualquier conocimiento previo de cuáles son los criterios para el conocimiento que suponer que podemos identificar cuáles son los criterios para el conocimiento sin previa apelación a los casos de conocimiento. Como era de esperar, aquellos que simpatizan con el escepticismo criticarán la metodología particularista, ya que argumentarán que la afirmación de que sí poseemos conocimiento es algo que debe mostrarse, no asumirse.